LA
EXPLOSIVIDAD
Resulta curioso que Muhammad Alí,
reconocido por todos como el mejor boxeador de todos los tiempos (en la
categoría de los pesos pesados), no destacara por la fuerza bruta de sus golpes,
sino por su explosividad. Recuerdan aquello de “vuela como una mariposa y pica
como una abeja”, extraño para alguien de 1,95 metros de altura, 100 kilos de
peso.
Resulta también sorprendente que el icono
incuestionable de las artes marciales, Bruce Lee, con su escasa altura y peso
corporal (1.71 m y 61.2 kilos de peso), tuviera tal potencia de pegada, que
algunos llegaban a compararla a la de un peso pesado. Lo verdaderamente extraordinario
del caso es que no destacó por la potencia de sus golpes, sino por su
explosividad devastadora…
El campeonísimo Bill Walace, también
conocido como "Súper Foot", porque era capaz de sacar su pierna a una
velocidad de 70 millas por hora, desarrolló su sistema de lucha, basado en
colocar la rodilla en una posición tal, que no se podía precisar si su patada iba
a ser circular, lateral o del revés, manteniendo la rodilla arriba y pegando
hasta 3 o 4 patadas. Lógicamente sus patadas no podían destacar por su
potencia, sino por su explosividad, trabajando sobre todo lo que los americanos
conocen bajo el nombre de “snap” (chasquido, latigazo).
El famoso púgil Thomas "La Cobra"
Hearns; alto y “bracilargo”, fue un excepcional experto en lanzar puñetazos
directos explosivos, como auténticas mordeduras de cobra. De hecho, por su
manera de golpear, acostumbraba a abrir la piel del adversario, rasgando cejas,
pómulos u otras partes de su cara. Sus combates contra “Sugar Ray Leonard” o
“Marvin Hagler” han pasado a la historia del pugilismo como de los mejores
enfrentamientos.
Creo que todos
estos casos invitan a la reflexión….
En las artes marciales se pone un especial
énfasis en los dos tipos de potencia básicos: la potencia bruta y la potencia
explosiva. La primera se basa en la cantidad de energía bruta que el artista
marcial es capaz de transmitir hasta sus nudillos o su pie (o la parte del
cuerpo con la que se golpee: rodilla, codo, tibia, etc.)
Esta cantidad de energía dependerá en gran
medida del peso y de la capacidad muscular del que golpea. Así, como es
lógico, un peso pesado desarrollará mucha más potencia bruta que un peso ligero,
pues moviliza en su acción muchos más kilos. Evidentemente, entran aquí muchos
otros factores como la velocidad, la coordinación de movimientos y la
habilidad para transmitir toda la energía corporal hasta la zona de impacto;
pero el factor dominante en este tipo de potencia sigue siendo el peso
corporal. Por esta razón en todos los deportes de contacto, e incluso en los
que no lo son, se divide a los combatientes por pesos o categorías, para equilibrar
los combates.
Contrariamente, la potencia explosiva es
hasta cierto punto independiente del peso del ejecutante, o para ser más
correctos, depende más bien de su escaso peso, de manera que a menor peso
relativo, mayor capacidad explosiva. Si no se trata del peso ni de la masa
muscular, ¿dónde reside pues el secreto de la explosividad? Principalmente en
la velocidad, pero también en la elasticidad, en la precisión y en la pericia
técnica...
La fuerza
es una de las capacidades físicas eventuales que poseen las personas. Las
capacidades físicas primordiales conforman el estado físico de cada individuo
y, mediante su entrenamiento, brindan la posibilidad de mejorar las capacidades
del organismo. Además, se puede especificar como la capacidad para vencer una
resistencia por medio de un esfuerzo muscular. Esta se divide en varias, en el
caso concreto que nos ocupa es la fuerza explosiva, es decir: el trabajo es el
aumento de una carga mientras que se mantiene la velocidad del movimiento.
El desarrollo de la fuerza explosiva se
potencia con ejercicios especiales adecuados para técnicas específicas que se
empleen en un sistema de lucha. Los ejercicios de esta clase deben concentrarse
en la explosividad del movimiento particular, y las unidades de entrenamiento
deben disponerse de modo que eviten cualquier pérdida de concentración. Con
frecuencia, el aumento de la intensidad de la carga se traduce en el incremento
de la masa a mover contra la gravedad, también se podría definir como una
óptima combinación entre la fuerza máxima y la velocidad, en la que se intenta
vencer una resistencia no límite pero a una velocidad máxima.
En las artes marciales y deportes de
contacto, la velocidad es el atributo más importante para desarrollar la fuerza
o potencia explosiva porque ésta depende en gran medida de la rapidez de
contracción y relajación de los diferentes músculos implicados en el
movimiento, y de la aceleración que alcance nuestro miembro. La eficacia de la
explosividad reside en el "efecto latigazo", es decir, en lanzar un
objeto a gran velocidad hacia un objetivo, y en retirarlo bruscamente
realizando el movimiento contrario o lo que es igual: la retroacción del mismo.
De manera que el extremo de ese objeto flexible (punta de un látigo, peso atado
a una cuerda, etc.) golpee el objetivo justo en el momento del tirón contrario,
cuando se está retirando. En cierto modo, a la potencia de extensión se suma la
potencia de contracción, fundiéndose ambas en un estallido de energía.
Si aplicamos esto a nuestros brazos o
piernas, el objeto impactante sería el puño o el pie, el cual sería lanzado a
gran velocidad hacia el rival para, justo cuando va a alcanzarle (décimas de
segundos antes, centímetros antes), iniciar el movimiento contrario, como para
retirar el puño o pie, de manera que éste le impacte como un latigazo. Para
ello, es recomendable dejar la muñeca o el tobillo algo sueltos o semi relajados,
para acrecentar este efecto de látigo. Este tipo de impactos suele tener un
sonido característico bien distinto a otros golpes, como una especie de
chasquido explosivo que ha bautizado a estas técnicas.
En el caso del tren superior, la
responsabilidad del buen desarrollo de un golpe explosivo recae principalmente
en la cintura y el hombro, en el caso de puñetazos, y en la cadera y rodilla
en el caso de patadas. Desde esos puntos se guía y controla el golpe, imprimiendo
el movimiento necesario. El resto ya es cuestión del correcto juego de
músculos en su coordinación: cuestión de contracción y relajación. Evidentemente,
a mayor rapidez de contracción, mayor velocidad del golpe y mayor explosividad
potencial. Es en esto donde radica el secreto de la explosividad...
La explosividad no depende de un gran
volumen muscular; al contrario, aquellos artistas marciales de gran peso y
musculatura suelen ser menos explosivos en sus acciones. Movilizar un mayor
peso relativo (con relación a la estructura ósea y tendinosa) siempre resulta
más costoso, por lo que los movimientos se ralentizan. Un músculo grande tarda
más en contraerse que uno pequeño, lo que afecta a la aceleración del movimiento.
Así que un artista marcial pequeño o delgado siempre será potencialmente más
explosivo en sus acciones que uno grande, grueso o corpulento. Por eso se
suele comentar que la explosividad es la fuerza de los pequeños o de los
"débiles", mientras que la potencia bruta es la fuerza de los grandes
o "fuertes".
EL ENTRENAMIENTO
MUSCULAR
Esto no significa, evidentemente, que no
haga falta entrenar los músculos para ser explosivo. La explosividad también
tiene su entrenamiento, pero este difiere del que se realiza para ganar volumen
muscular. No se requieren pesas ni aparatos, pues los ejercicios óptimos para
desarrollar este atributo son los isométricos, es decir, aquellos en los que
ejercitamos nuestros músculos presionando con intensidad un objeto inamovible,
que no cede ante nuestra fuerza (por ejemplo, empujar una pared, "intentar
doblar" una barra de hierro, presionar palma contra palma, etc.). Así se
logra un tipo de musculatura muy definida sin aumentar casi su volumen. Y esta
es la musculatura idónea para ser explosivos.
Una vez que el organismo esté en
óptimas condiciones para poder trabajar la explosividad, se podrá pasar al
entrenamiento específico, ayudándonos con aparatos para desarrollar la
explosividad. Para conseguirla se necesita perfeccionar los siguientes
atributos: precisión, velocidad y elasticidad.
PRECISIÓN
Una de las mayores dificultades que
presenta el pelear con explosividad es la precisión, pues de ésta depende
principalmente que los golpes explosivos hagan mucho daño o... no sirvan
prácticamente para nada. En este caso hablamos de la precisión en su dimensión
de sentido de la distancia. Un golpe de potencia bruta no necesita ser
milimétricamente preciso en cuanto a distancia, pues sigue una trayectoria
amplia y el hecho de encontrar su objetivo un poco antes o un poco después no
afecta demasiado a su eficacia.
Pero un golpe explosivo debe alcanzar su
objetivo con total precisión, pues unos centímetros de desajuste bastan para
convertirlo en un golpe bastante inútil. Si se queda un poco antes, se convierte
en un bonito golpe al aire (que incluso puede conllevar micro lesiones si no lo
controlamos bien); si se pasa por un poco, pierde toda su explosividad,
quedándose normalmente en un golpe bastante flojo. Los golpes explosivos
requieren pues una precisión y un sentido de la distancia casi quirúrgicos. Quizás por esta dificultad de llevarlo a la
práctica un gran colectivo marcial rehúye su entrenamiento y perfeccionamiento.
Aparte, la potencia (hasta cierto punto) es fácil de controlar. Los golpes
explosivos, no. O se golpea o no se golpea; pues no existe un término medio.
VELOCIDAD
La velocidad y la precisión lo son todo
para la explosividad. Dentro de los diferentes tipos de velocidad hay que
centrarse en trabajar solamente dos, que son la de ejecución y la inicial.
Velocidad de realización o ejecución- Rapidez
física de movimiento que se mide por el tiempo efectivo que pasa entre que el
cerebro manda al cuerpo la orden de efectuar una técnica (ya sea ofensiva o
defensiva) y que ésta es ejecutada totalmente. Por ejecución total se entiende
acción y retroacción de la técnica (ataque y recogida del puño, pierna, etc.)
Esta velocidad es la más importante de todas; su mejora requiere muchas
repeticiones técnicas a diario.
Para adquirir este tipo de velocidad se ha de
trabajar mucha sombra y sobre todo con el saco, muñequeras y tobilleras
lastradas. Para incrementar la velocidad
de realización es necesario ejecutar la acción y retroacción como un sólo
movimiento sin perder el equilibrio. La velocidad es producto de la aceleración
y la potencia; cuando un miembro del cuerpo (puño o pierna) es proyectado con
cierta velocidad y no impacta contra nada o es retenido de forma brusca, las
articulaciones del mismo sufren.
Velocidad inicial-
Comienzo económico del movimiento desde la postura correcta o idónea para
repeler el ataque del adversario o ejecutar la técnica de ataque. Digamos que
la velocidad inicial es la cualidad de estar con la guardia y posición idóneas
en el lugar adecuado para realizar la técnica requerida por la situación; al
ser la posición de partida más adecuada para ejecutar la técnica seleccionada
no habrá pérdida de tiempo en preliminares ni en correcciones, sino que la
técnica será directa.
FLEXIBILIDAD
Finalmente, el tercer atributo necesario
para hacer nuestros golpes explosivos es la flexibilidad, especialmente
importante en el caso de las patadas, pero también para los puñetazos. Basta
recordar que para explicar la explosividad se suele recurrir al ejemplo del
látigo, arma flexible por excelencia. En efecto, el terrible "efecto
latigazo" en el que se basa la explosividad es posible gracias a la capacidad
de estirar y contraer bruscamente los músculos y tendones, cosa que sólo es
posible si estos son bien elásticos.
Suele relacionarse la explosividad con una
serie muy limitada de golpes: de puño y de trayectoria circular; especialmente con
el golpe de puño del revés. Aunque este tipo de técnicas son muy propicias para
realizarse con explosividad, ésta se puede aplicar en realidad prácticamente a
cualquier técnica, ya sea de puño o de pie, circular o directa.
El efecto de un golpe explosivo también es
diferente al de un golpe simplemente potente; este último suele basarse en una
potencia de descarga y empuje, mientras que el primero supone un impacto
penetrante. El efecto es similar al de una piedra cuando cae a la superficie de
un lago: primero saltan unas pocas gotas justo donde penetra la piedra, pero
después el impacto se expande en hondas concéntricas. Un golpe explosivo
estalla dolorosamente en un punto concreto, y después el dolor se expande e
irradia desde ese punto hacia todo el cuerpo.
Resumiendo:
La explosividad es pues un tipo de potencia muy interesante, y sin embargo poco
desarrollada por la mayoría de los artistas marciales. La razón posiblemente se
deba a que la potencia bruta es más fácil de entrenar y de aplicar en combate.
Conseguir que los golpes sean explosivos exige una endiablada rapidez, una
precisión quirúrgica, una técnica impecable y una excelente flexibilidad. Son
muchos atributos a entrenar, pero el resultado, merece la pena, en el DVD que
he realizado y de reciente aparición en el mercado, explico detalladamente cómo
es la técnica y lo más importante como entrenarla.
Por
Pedro Conde