Antes de que caigan en el olvido, hemos confeccionado un listado sobre los diferentes objetos de coleccionismo que existían y existen en la promoción de películas. Algunos de ellos, la mayoría, en desuso hoy en día, pues hace años que se dejaron de utilizar, para bien o para mal las nuevas tecnologías los han desplazado, curiosamente, en la búsqueda de un abaratamiento de los costes y una rápida difusión, han hecho desaparecer la mayoría de ellos, en breve, si no lo son ya, pasarán a ser reminiscencias del pasado.
Este material que a continuación vamos a comentar, en su tiempo era muy valorado por los aficionados al séptimo arte; la mayoría de estos objetos pertenecen a una época en la que no existían videos, ni DVD, ni Internet (no estoy hablando de la prehistoria) y que en aquellos años, eran las herramientas que utilizaban las distribuidoras para llegar a los medios de comunicación y promocionar una película.
Dependiendo de la repercusión que se suponían que iban a tener éstas, se imprimían un número determinado de guías, carteles y fotocromos. En el caso concreto de las películas de artes marciales, se confeccionaban un número muy limitado de guías, gacetillas o pressbook ¿Por qué? Pues porque aunque se enviaran a los periódicos, emisoras de radio y revistas, éstas no solían hacerse eco de estos estrenos, por ello a veces, tan solo se imprimían 50 o 100 guías que sólo se utilizaban en el momento de su estreno, normalmente las utilizaban en los cines y las distribuidoras para realizar las carteleras de los periódicos. Obviamente, en los 70 tampoco había muchos medios a los que enviar esta información. Los juegos de fotocromos y carteles de los largometrajes se solían imprimir tres veces más que el número de guías. Es decir, que si usted posee alguna de éstas, sea consciente que posee un material muy escaso y en la actualidad, muy difícil de conseguir.
Antes de entrar en la materia, hay que hacer hincapié en que con la programación que existía en televisión, lo normal era que fuéramos el fin de semana al cine (algunos más), también hay que reconocer que los precios de las estradas no eran comparables a los actuales, ni tampoco el número de salas de proyección que existían.
En aquellos años, la gente no estaba nada informada sobre los directores, ni los actores. Entonces te dabas una vuelta por los cines y dependiendo del cartel y sobre todo de las carteleras, te decantabas por entrar en una sala u otra. Eso si te dejaban entrar, pues teníamos vetada la entrada a las películas clasificadas para mayores de 18 años. Evidentemente los chavales del barrio, no teníamos la edad correspondiente para verlas. Durante esa época estalló el gran éxito de la serie de televisión "Kung Fu" y con ella, empezaron a estrenar películas de Artes Marciales, aunque algunas eran para mayores de 18 años y de 14 acompañados, en esto, afortunadamente, los cines de barrio hacían la vista gorda. Rápidamente, se creó una legión de aficionados al género, algunos hasta empezaron a entrenar en los gimnasios y las películas de Artes Marciales se convirtieron en las "reinas" de los programas dobles y en alguna ocasión, de los infantiles.
Muchos de nosotros, a lo largo del año, acudíamos en repetidas ocasiones y a diferentes cines, a la proyección de la misma película. El motivo era obvio: todos éramos conscientes del tiempo limitado que disponíamos para verlas, porque una vez que finalizaban los derechos de distribución, desaparecerían irremediablemente. Por este motivo, intentábamos guardar todos los objetos de coleccionismo que pudiéramos de estas películas, estábamos en una carrera contra reloj y lo único que podíamos hacer era intentar tener algún recuerdo "material" de ellas o por lo menos de las que nos impactaban, como hemos comentado no existía el video por aquellos años y esto, obviamente, era lo único que podíamos conservar de ellas.
Ante esas expectativas y desazón, guardamos las carteleras de los periódicos, además de las críticas y la poca publicidad que se pudiera conseguir sobre las mismas. Algunos afortunados, pocos, hasta se hacían con los carteles de las películas, años después, los denominaríamos, pósters.
Aquí hay que hacer un pequeño inciso, hasta mediados de los años 70, no se empezaron a extender los denominados juegos de fotocromos. Lo que se estilaba eran las carteleras de "cartón duro". Las cuales eran fotos a blanco y negro, pintadas sobre un cartón prensado de una gran dureza, que había de devolverse a la distribuidora junto con los rollos de la película una finalizada su proyección. En algunas ocasiones, hasta se aprovechaban los carteles para otro cine. Evidentemente, eran otros años...
Rápidamente hubo algunos carteles que destacaron sobre otros, al igual que hubo juegos de carteleras, que sobresalían sobre las demás. Era muy raro que el cartel y las carteleras, fueran buenos, es decir que plasmaran la "esencia" del largometraje. Desconozco esta extraña razón pero en éstas no se ponía tanto cuidado como en las de los largometrajes Norteamericanos, quizás la cuestión obedeciera a que el material de prensa era peor que en las producciones occidentales o que las notas de producción estaban en chino. Por otra parte, hay que reconocer que las distribuidoras que las sacaban al mercado, disponían de unos recursos económicos muy limitados comparados con los de las multinacionales americanas. La cuestión es que si se establecía una comparativa entre el material existente, occidental y oriental, existían unas grandes diferencias entre ellos. Tan solo los primeros largometrajes de artes marciales fueron tratados con respeto y en igualdad de condiciones. Después de un tiempo cayeron en una desidia comparable al de las películas "S", en que tanto para críticos como para distribuidores, eran todas iguales y no importaba el material de prensa con que se las presentara, simplemente el público las demandaba y se le ofrecía el producto, sin prestar la menor atención al material publicitario. La creencia popular era que la gente acudía a verlas por su temática, no por su material publicitario. Tan solo hubo algunas excepciones a ello y se dio con unas distribuidoras determinadas, como Filmax, Incine o Warner Bross.
Personalmente, considero que una gran parte del éxito de algunas de estas películas se debió a su doblaje. En este aspecto hubo suerte y como en aquellos años no existían estudios de doblaje de clase "A" y "B", fueron tratadas igual que las otras producciones. Esas mismas películas con un doblaje distinto (televisivo o de vídeo), parecen otras. Inclusive, si se versionan en otros idiomas, pierden todo o parte de su atractivo y no dejan de ser, por lo menos una gran parte de ellas, una más de "Chinos".
Respecto al cine que vimos, la gran mayoría de películas eran producciones de Taiwán de bajo coste o bien largometrajes de estudios y productoras independientes de Hong Kong. Lamentablemente, muchas de las grandes producciones de Golden Harverts y Shaw Brothers no cruzaron los Pirineos, en la mayoría de los casos por sus altos costes en los derechos de distribución si las comparamos con las otras.
Bueno o malo fue el cine que vimos y que hoy en día, aparte del valor sentimental, a nivel artístico o de calidad marcial poco tienen que aportar porque la gran mayoría ellas son infumables, por lo menos para las nuevas generaciones; sin embargo a nivel de memoria histórica poseen un gran valor, sobre todo, para quienes lo vivimos, pues evidentemente fue el cine con el que crecimos y nos aficionamos al tema.
Afortunadamente algunas de ellas salieron al mercado del vídeo, sin embargo, otras nunca se comercializaron y el único medio de hacerse con ellas, es decir con su audio cinematográfico y en algunos casos con la imagen (porque no se llegaron a distribuir en ningún país en video o DVD), es conseguirlas en 35 m/m o bien en super 8 m/m.
También cabe otra posibilidad, remota eso sí, de hacerse con alguna de ellas en video. Digo remota porque a nivel comercial no aparecen por el título ni su correspondiente número de expediente, por ningún lado, por lo que el tema se reduce a las cintas piratas, muy en boga en los albores del video. Sobre este tema existen muchas "leyendas urbanas", pero algunas de ellas eran ciertas, así aparecieron los audios cinematográficos de películas como "Tormenta de kung fu en el paraíso", "Llámame dragón", "Las amazonas contra los superman" e inclusive en su momento "La serpiente a la sombra del águila". Esperemos que aparezca alguno más, supongo que si alguien posee algún título de los buscados, no será tan "tonto" de guardarlo en una estantería, cuando puede hacerse con él un montaje, con la imagen remasterizada y digitalizada e inclusive con alguna escena añadida que fuera cortada en España.
Remitiéndonos a las películas piratas, éstas aparecieron en su mayoría con el sistema "Betamax" al comienzo de la implantación del video. Muchas de ellas eran películas pasadas del "Sistema Super 8" a video y en algunos casos, eran copias de los rollos de 35 m/m. Lógicamente en este tema llegó a primar la comodidad, pues evidentemente no había que montar toda la parafernalia que conllevaba el visionado de las películas en rollos. Algunos aprovecharon la coyuntura para amortizar el alto coste de pasarlas a video vendiendo algunas copias donde pudieron. Normalmente al carecer de una carátula apropiada, pegatina etc... eran difíciles de distribuir, máxime cuando no se disponía de un comercial para hacerlo. Estos fueron los motivos de su escasa difusión. Evidentemente al no poseer los derechos de distribución, por muy buena que fuera la película, no se podían comercializar a nivel nacional y sólo se podían vender o intercambiar en determinados sitios. Con el tiempo, cuando entró en vigor la normativa legal que regularizaba el tema, desaparecieron por no poderles sacar ningún partido. Es decir, que tan solo estuvieron en circulación en los principios de la aparición del video, cuando existía una gran laguna legal al respecto y cualquiera podía sacar al mercado una película sin importar su procedencia.
El motivo de su extinción, aparte de los lógicos escollos "legales", fue su rechazo por parte del público pues todos eran conscientes de su escasa calidad de imagen y sonido, (por lo menos en la mayoría de los casos), por lo que la gente tenía una clara preferencia por los títulos, como se denominaban, "legales". Estoy seguro que algunos de estos títulos perdidos se edito en video en nuestro país, pero al tener un número tan reducido de copias y además teniendo en cuenta su escasa difusión, es posible que se perdieran para siempre, aunque cabe la posibilidad, pues no hay regla sin excepción, que alguna esté acumulando polvo en algún lugar olvidado. Personalmente estoy seguro que algunas películas como "La furia del tigre amarillo", "La luchadora" o "Kárate", fueron pasadas a video. Me resulta extraño que tantos aficionados, sin conexión entre ellos, hagan alusión a que las vieron y curiosamente en las mismas zonas: Cataluña y Levante. En el rastro de Madrid, la mayoría de las películas piratas provenían de allí, lo cual no era raro porque los grandes coleccionistas de 35 m/m y Súper 8 eran catalanes. Ahora bien ¿Porqué no se sacaron copia o se compraron estas cintas? Creo que se debió a diversos motivos, por una parte en los albores del video no existía la venta directa al público ¿porqué?, pues simplemente porque las cintas tenían unos precios prohibitivos. En el caso de las originales rondaban unos precios al cambio, de 70 y 80 euros, y en el caso de las cintas vírgenes tenían un precio de más de 20 euros, dependiendo de las marcas. Esto con las antiguas pesetas y hace más de 20 años, era un dineral. Lógicamente o se era rico para invertir en esta afición o sólo se grababan las películas más emblemáticas. Aparte no todos disponían de dos o tres películas originales para intercambiar, ni de dos videos para grabar, sobre todo al principio cuando salieron al mercado y valían tanto, por lo que había que contentarse sólo con verlas. En casos excepcionales, si la cinta original tenía calidad y era emblemática, se intentaba guardar y de lo contrario se grababa y se cambiaba por otra. Años después, cuando los precios de las cintas vírgenes bajaron y las distribuidoras empezaron a poner las películas a la venta directa al público y se intentó recuperarlas, fue imposible. La persecución que hubo de ellas por parte de la ley y el hecho de que el sistema betamax había desaparecido o estaba en vía de extinción, hicieron de ello una tarea imposible. Por otra parte, debido a los precios exorbitantes del principio, muchas de ellas, al no ser posible comercializarlas fueron utilizadas y vendidas como cintas vírgenes ¿Quién quería conservar una cinta pirata que se veía y oía fatal?
Supongo que quienes las pasaron del fotograma al vídeo, se guardarían la "cinta madre" como recuerdo para poder disfrutar de ella, pero esto es tan solo una suposición, en cualquiera de los casos el tema nos remite a lo mismo, es decir a las películas de 35 m/m o al Súper 8, que es de donde fueron sacadas. En el supuesto caso de no poder ser rescatadas, al menos nos quedaran aquellos "recuerdos" que guardamos, y que a continuación os presentamos en la guía del coleccionista. añadiendo las carteleras de periódico y un apartado cada día más en boga entre los aficionados, me estoy refiriendo a las carátulas de vídeo. Al igual que nos pasa a los veteranos del tema con el material cinematográfico, existen aficionados que desean poseer la carátula original y algunos en concreto, el vídeo original de aquellas películas que disfrutaron en su momento, a pesar de poseer su montaje en DVD.
FOTOCROMOS
Empezaron a aparecer en el año 1973. Juegos emblemáticos como el de “El luchador manco” o “La luchadora” sentaron un precedente para lo que era la época. La gran diferencia de éstos con las carteleras de cartón duro, era que los fotocromos eran reproducciones de fotografías mientras que las carteleras eran reproducciones en blanco y negro, pintadas con acuarelas que cuando se mojaban, en muchas ocasiones por estar a la intemperie, se corría la pintura.
Las medidas estándar de los mismos era de 33 cm x 24 cm.
Los juegos de fotocromos, dependiendo de la distribuidora, solían ser de doce unidades, había algunos de diez y en casos excepcionales, de ocho. La gran mayoría de ellos contaban con lo que se denominaba, el fotocromo principal, es decir, la reproducción en color del cartel de la película. Algo muy importante sobre todo, cuando no existía la guía y en su lugar, se había impreso una gacetilla, muy habituales a principios de los setenta.
En algunos casos, los juegos de fotocromos eran más pequeños que los de la medida estándar existente, como el caso de “Kung Fu al servicio de la Interpol” o “Duelo a muerte en Kung Fu”, cuyas dimensiones eran de 28 cm x 23 cm, o algunos de más tamaño, como “La calle del infierno (El azote del Kung Fu)” o “Hong Kong tres supermen, desafío al Kung Fu” de 35cm x 28cm.
Para los coleccionistas y aficionados al tema, eran mejores los fotocromos la razón parece obvia: además de la gran diferencia que existía en la calidad de imagen, existía la posibilidad de conseguirlos o comprarlos, mientras que en el caso de las carteleras, esto era algo impensable e imposible (dejando al margen que unos eran más manejables y fáciles de almacenar), mientras que las segundas, eran muy aparatosas y voluminosas, con una gran diferencia de peso.
Como hemos comentado anteriormente, normalmente se imprimían en un número que triplicaba al de las guías. Hubo casos que dado el tirón de la película tuvieron que lanzar una segunda edición porque estos se agotaron, como en el caso de “El luchador manco”, con la salvedad de que en su segunda edición descartaron algunos de ellos y pusieron otros nuevos. En el caso de “Shogun, espada y sortilegio” los cambiaron de color. No fueron muchos los casos pero hubo algunos de ellos.
CARTELERAS
Nombre con el que se denominaban las fotos con escenas de la película.
Los juegos de carteleras constaban normalmente de catorce carteleras, pero había películas que tenían hasta veinticuatro, sobre todo porque se preveía que iban a tener mas tirón entre el público.
Las carteleras eran muy aparatosas, las medidas estándar de las mismas eran de 29cm x 39cm, había casos excepcionales, como en el de “La serpiente a la sombra del águila”, “El mono borracho en el ojo del tigre” etc., en que sus dimensiones eran de 33cm x 23cm.
Con el fin de ahorrar costes las carteleras estaban diseñadas para que duraran mucho tiempo, tanto como la distribución de la propia película. Entre los aficionados se conocían como carteleras de cartón duro. Eran de cartón prensado, y tenían una especie de remache metálico en sus esquinas para que fueran clavadas en el panel de exhibición. El cine estaba obligado a devolverlas a la distribuidora junto con la película, una vez finalizada su proyección. Dada su aparatosidad y peso había cines que sólo se llevaban un número determinado de carteleras con el fin de no cargar peso innecesariamente, aparte había que almacenarlas para devolverlas después, por esta razón siempre había unas más deterioradas que otras, por regla general las más espectaculares eran la más deterioradas.
Las carteleras eran coloreadas de forma artesanal, es decir que cada una era pintada a mano, por lo que no había dos iguales. En tiempos no era raro que los aficionados al tema hicieran fotografías de los expositores, sobre todo esto ocurría con las películas de Bruce Lee.
Entre las carteleras había auténticas obras de arte como los juegos de “Operación dragón”, “Furia oriental”, “Karate a muerte en Bangkok” o “Wang Yu, el invencible”.
En el caso concreto de “Operación Dragón” se esmeraron en el juego de su estreno en el Real Cinema, pocas carteleras fueran coloreadas tan minuciosamente e inclusive para que no fueran iguales, algunas de sus fotos fueron impresas al revés, por lo que hacían de éste, un juego único y exclusivo.
Las carteleras dejaron de utilizarse prácticamente a principios de los años 1980, como hemos dicho, su adquisición era imposible porque tenían un alto coste de fabricación y no se vendían, además esto era algo inviable porque se hacía un juego por cada copia de película. Paradójicamente, cuando concluían su período de proyección terminaban en un contenedor o se utilizaban como embalaje para enviar paquetes. A pesar de todo, algunas se salvaron y eran muy demandadas por las personas que se dedicaban a proyectar películas en la época estival por los pueblos de España, el motivo era obvio, un cartel tras algunas exposiciones terminaba por romperse, una cartelera de cartón, no.
En este tema como en todas las cosas hubo excepciones, es el caso de “El padrino de Hong Kong”, "Espedas sangrientas", "el puño ciego de Bruce" etc. en que publicaron de la misma película los fotocromos y las carteleras.
CARTEL
El cartel era ante todo el escaparate del producto, los distribuidores conscientes de ello los encargaban con colores muy vivos e ilustraciones llamativas y de estos dibujos se encargaban los mejores ilustradores de la época. Creo que tendría que matizar, que en aquellos años no existía el manga, ni en España se conocía a los grandes ilustradores, sin embargo, había carteles cuyos dibujos nos llamaban muchísimo la atención, rápidamente entre los aficionados aprendimos a distinguirlos, porque muchos de ellos, eran trabajos de Jano. Este diseñador y dibujante, por lo menos para mí, destacaba sobre los demás, por supuesto que existían otros, como Montalbán, Mauro, MCP, Emerio, etc...
Algunos de estos artistas, a veces, no firmaban sus trabajos pero como sus dibujos eran tan personales, al verlos conocíamos quien había sido su autor.
De las manos de Jano salieron carteles como los de “El luchador manco”, “El pequeño padrino de Hong Kong”, “Espadas sangrientas”, “Mano de hacha (El hacha del dragón)”, “Kárate sangriento”, “Billy Chang, piernas de acero”, “El comando del dragón”, “Los vengadores del kárate”, etc...
Los carteles median 100 cm x 70 cm, y eran muy apreciados entre los coleccionistas, sobre todo aquellos en los que las guías eran en blanco y negro, y en los juegos de fotocromos no existía la guía principal y en vez esta, la promoción se realizaba a través gacetillas que eran en blanco y negro. Por todo ello, el cartel era la representación e identidad del film. Aparte, en aquella época, algunas de aquellas ilustraciones eran verdaderamente espectaculares, no era lo mismo ver una gacetilla que el cartel en color.
Collage de fotos:
un compendio de varias fotos de la película, por una parte eran muy apreciados, porque si no se distribuían con un juego de fotocromos, era una forma de hacerse con unas fotos de la película o de tus actores favoritos. De collage de fotos tenemos por ejemplo “Dos contra el gran asesino”, “Los asesinos del Kárate”, “Trenza Mortal” etc.
un compendio de varias fotos de la película, por una parte eran muy apreciados, porque si no se distribuían con un juego de fotocromos, era una forma de hacerse con unas fotos de la película o de tus actores favoritos. De collage de fotos tenemos por ejemplo “Dos contra el gran asesino”, “Los asesinos del Kárate”, “Trenza Mortal” etc.
Collage de ilustraciones:
Dibujos o ilustraciones de alguna/s escena/s de la película, la mayoría de ellos, inspirados en fotos de las mismas (“Kárate a muerte en Bangkok”, “El luchador manco”, “Caza desesperada”, “Los vengadores del kárate”, etc.) A veces una ilustración, con “retoques”, superaba a las deficientes fotos de la promoción.
Dibujos o ilustraciones de alguna/s escena/s de la película, la mayoría de ellos, inspirados en fotos de las mismas (“Kárate a muerte en Bangkok”, “El luchador manco”, “Caza desesperada”, “Los vengadores del kárate”, etc.) A veces una ilustración, con “retoques”, superaba a las deficientes fotos de la promoción.
Cartel mixto:
Normalmente ilustraciones espectaculares acompañadas de las fotos con más acción o grandilocuentes del material de prensa o bien a la inversa, como fue el caso de “El justiciero de Hong Kong”, “Dos contra el gran asesino”, “Ling, el dragón de Hong Kong”.
Normalmente ilustraciones espectaculares acompañadas de las fotos con más acción o grandilocuentes del material de prensa o bien a la inversa, como fue el caso de “El justiciero de Hong Kong”, “Dos contra el gran asesino”, “Ling, el dragón de Hong Kong”.
Cartel original:
Se denominaban así cuando estos eran reproducción del original chino, con la salvedad que el título en español se sobreponía sobre el original; éstos, junto con los carteles de Bruce Lee, eran los más apreciados por los aficionados, pues destacaban y con mucho de los diseños de aquí. Ningún ilustrador español fue capaz de imprimir la fuerza y el atractivo que poseían los orientales, los cuales eran realmente espectaculares como el de “Las 14 amazonas”, “Wang Yu, furia China” o “Cinco chacales chalados”, “Llámame dragón” etc.
Se denominaban así cuando estos eran reproducción del original chino, con la salvedad que el título en español se sobreponía sobre el original; éstos, junto con los carteles de Bruce Lee, eran los más apreciados por los aficionados, pues destacaban y con mucho de los diseños de aquí. Ningún ilustrador español fue capaz de imprimir la fuerza y el atractivo que poseían los orientales, los cuales eran realmente espectaculares como el de “Las 14 amazonas”, “Wang Yu, furia China” o “Cinco chacales chalados”, “Llámame dragón” etc.
Hoy en día los carteles siguen en vigor, manteniendo su tamaño, aunque ya no se cuida tanto como antes su presentación, para los aficionados y entendidos, son en su mayoría demasiados fríos, sin personalidad, carentes de la belleza y glamour de los del pasado, de hecho ya casi ninguno se diseña aquí, ahora se suele utilizar el original en su lanzamiento para todos los países. No es como en el pasado que a excepción de los americanos en que normalmente se respetaba su diseño, en el resto de las producciones, en cada país se diseñaba el suyo propio. A veces aquí, para ser la nota discordante, hasta se llegaba a cambiar de forma incomprensible los originales de las producciones norteamericanas como pasó por ejemplo con el caso de "Operación Dragón", el cual en "casi" todos los países de occidente el fondo de la ilustración era blanco y en España se cambio por el negro, además la cadena del nunchaku fue retocada y cambiada por un trozo de madera dejando a Bruce Lee con una especie de estaca con forma de porra en los extremos, los motivos de este cambio eran ridículos, pero eso es otra historia...
Por Pedro Conde