Hay personas a
las que respeto y admiro profundamente, personas que por sus acciones y
sacrificios son dignos de elogio. Este es el caso de José Ramón Herreros. Alumno del maestro Yosuke Yamashita. Quien suscribe este
artículo, también lo fue. Reconozco que el sensei fue el maestro que más me
influyó y aprendí, a nivel de docencia. Me hizo sentir el kárate como ningún
otro y eso que la lista ha sido extensa, sin embargo, al igual que otros
alumnos, abandoné el dojo y seguí mi camino marcial. Este no fue el caso de
José Ramón, desde que empezó a entrenar con él, fue su alumno fiel. Cuando por
circunstancias inmobiliarias cerraron el Dojo del sensei Yamashita , él fue
quien se encargó de buscar otro gimnasio donde siguiera dando clases, de
llevarle al médico, de ayudarle en los “malos momentos”, inclusive, con grandes
esfuerzos, montarle el Dojo Yosuke Yamashita para que dejara de dar clases en
una franquicia de gimnasios… José Ramón no es una persona rica, pero no le
importaba los sacrificios que tuviera que hacer por el bienestar del sensei. El
día del funeral del maestro, aunque el intentaba estar en un segundo plano,
toda la gente del mundillo marcial se dirigían a él. En el réquiem tuve oportunidad de hablar y
reencontrarme con muchos personajes de este arte y todos sin excepción, me
hablaron de la dedicación y fidelidad de José
¿Pero quién es José Ramón? Según
lo relata él “Mi trayectoria a nivel
marcial es parecida a la de muchos compañeros que llevan años entrenando artes
marciales. He practicado Kenpo, Wushu, taekwondo, karate Shito Ryu. Hasta que
encontré mi estilo o más bien, al maestro. En la actualidad soy 5 dan de Goyu
Ryu y entrenador nacional. Simplemente me definiría como un alumno más del
maestro.”
Son muchos los que son
conscientes de cuál es su arte marcial, lo difícil es encontrar a ese maestro que te guíe en él y le haga “crecer”.
El caso de José Ramón Herreros no fue una excepción… “Sabía que el karate era mi camino pero no terminaba por encontrar al
maestro, ni el estilo. Mi amigo Javier, compañero durante años en nuestra
andadura marcial viajó a Okinawa y allí preguntó por algún maestro en España
que entrenara el karate tradicional, es decir: Lo que ellos trabajaban en su
Dojo y sin dudarlo le recomendaron en Okinawa a un maestro japonés (?), es
decir: al maestro Yosuke Yamashita. Siguiendo sus recomendaciones fuimos a su
Dojo. Desde el primer momento hubo una
química especial y una empatía difícil de describir. El maestro tenía un
carácter especial, enseñaba a la antigua usanza de Japón, no eran las técnicas
en si lo que le hacía diferente, sino la forma de enseñarlo, de trasmitirlo,
sentía que aquello era el auténtico espíritu del karate, totalmente alejado de
la competición y del deporte”.
En los tiempos actuales es
difícil encontrar tanta dedicación hacia el maestro, esa entrega y gratitud a
la persona que nos guía en el camino ¿Pero que significó el sensei para José
Ramón Herreros? “Para mí ha sido una de
las personas más importantes en mi vida. Ha sido mi maestro, mi mentor, mi guía
marcial y a nivel personal: un segundo padre. Si querías discutir con el sensei
lo hacía en 10 minutos, era un samurái del siglo XV viviendo en el XXI, se notaban
sus genes samuráis, pero gracias a sus enseñanzas he “crecido” en todos los
niveles e intento mantener vivo su legado y enseñanzas, entrenando y enseñando
lo que aprendimos de él. En clase me limito a repetir lo mismas clases, sin
cambios. Soy consciente que es imposible imitarlo, pero junto a un grupo de
antiguos alumnos, intentamos trasmitir y entrenar su “karate” con la esperanza
de alcanzar algún día su nivel, aunque eso será imposible; pero al menos, lo
intentamos, para ello seguimos las directrices que nos marcó”
Cuando se habla de la diferencia
del karate Goyu Ryu de Yamashita es inevitable preguntarse ¿Por qué es
distinto? “Creo que las grandes
diferencias entre las enseñanzas del maestro respeto a otros dojos era el
énfasis que le ponía al trabajo de la respiración (tándem) y las pocas Katas
que se practican en Goyu Ryu, decía que si para dominar un kata, se necesita
toda una vida, para perfeccionar 80…. En la escuela tratamos de seguir la misma
línea, trabajamos lo mismos katas una y otra vez en busca de la perfección. No
se trata de conocer muchos katas, si no de trabajarlos correctamente y
coordinarlos con la respiración. Los movimientos y el tándem deben ser solo
uno. Todos los alumnos que conozco del sensei trabajamos esta misma línea pero cada
uno le da un “toque” diferente o personal a sus enseñanzas. El centro
incuestionablemente era él, actualmente no hay un líder o cabeza del estilo.
También hay que tener en consideración que depende mucho de la época en la que
se entrenó con él. El sensei como todo, fue evolucionando, no es lo mismo el
karate que enseñaba en los 70 o 80 al
que se practicaba en los últimos años. Por ejemplo, en la última época
trabajaba mucho el tándem, llego un día y dijo el kihon no sirve para nada,
después de estar toda una vida entrenándolo. Se refería a que en una pelea o
encuentro callejero, tal y como está la calle, no se podía uno preparar y
ponerse en guardia, las técnicas tenían que ejecutarse desde el punto donde se
estuviera. Trabajaba muy relajado y solo se concentraba en el última momento,
trabajaba mucho hacía el Yu.”
En pleno siglo XXI hablar sobre
el Ki o chi y su aplicación dentro de la práctica del karate puede resultar
raro e incomprensible, máxime en una sociedad tan competitiva y materialista,
donde todo se mide por los resultados que se obtienen en competición y los
seguidores que se poseen en la red ¿Es posible su práctica y aplicación en
karate, fuera de Japón? “Al margen de
las clases del sensei, he ido a clases de Chi Kung. Todos hemos visto imágenes
de personas haciendo proezas increíbles, Yo personalmente no me creo la mayoría
de ellas, pero lo que sí que sé es que
cuando lo trabajo siento como un calor especial por todo el cuerpo, no sé si
algún día llegare al nivel del sensei, desconozco que grado tenía en este
aspecto, pero lo cierto es que a pesar de la edad y de las patologías que
tenía, cuando entraba al tatami tenía un aura especial, eso que solo los
grandes maestros poseen. No sé cómo explicarlo pero es algo que percibes.
Llegados a este punto no es
difícil plantearse: ¿tanto ha cambiado el karate como arte marcial?, ¿qué
diferencia existe entre el karate tradicional y el deportivo? porque para
cualquier neófito en la práctica, sus
técnicas son iguales para todos, ¿o no? “Recuerdo
que el Sensei decía que el que fuera deporte olímpico era bueno de cara a la
publicidad y promoción del karate, sin embargo estaba triste porque decía que
se estaba perdiendo la esencia del mismo. Él trabajaba las técnicas buscando la
eficacia en combate, todo aplicado de
cara a la defensa personal, no quería, ni enseñaba técnicas espectaculares, al
margen de trabajar y poner mucho énfasis en la respiración (tándem),
meditación, el trabajo de Ki, etc. El maestro decía que hay que saber
diferenciar: a nivel de promoción y difusión es genial que el karate haya sido
y pueda volver a ser olímpico. Pero tanto a nivel de katas como de kumite se le
estaba dando un enfoque totalmente deportivo, donde solo prevalecen los éxitos
en competición. Para él existía otra faceta
del karate, aquella que digamos no se ve, donde se trabaja hacia el interior,
sin competir con nadie, solo contigo mismo. Ese es el combate más difícil ganar
y es el karate que practicamos. Sé que en los tiempos que vivimos todo esto
resulta incomprensible, pero es lo que hemos vivido y aprendido. Quizás todo
ésto pueda resultar chocante, al maestro el dinero no le importaba, nunca le
importó, ante todo y por encima de todo, estaba el estilo, lo demás, le era
secundario, nunca persiguió la fama, ni el poder a nivel de organización u
otros estamentos. A él solo le importaba perfeccionar su karate y enseñarlo en
su Dojo. En clase de vez en cuando decía enfadado ¿Qué haces? porque alguien lo
estaba haciendo mal o hacía otra cosa distinta al resto, le reñía y cuando
alguien se encaraba con él, le decía: <<Si no interesa, de aquí a plaza
Castilla hay muchos Dojos, por ironías del destino, hemos acabado en la Plaza
Castilla. Hace tiempo dejamos el centro de Madrid”>>…”
El legendario dojo Yamashita ya
no está en el centro de Madrid, se encuentra ubicado en el norte de la capital,
sin embargo y a pesar de los cambios, su legado perdura.
Texto:
Pedro Conde.
Fotos: Alejandro Gil de
Val (gildelvaldesign@gmail.com).
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