La perfección técnica se alcanza cuando nuestros movimientos
marciales se hacen naturales. El ser humano nace con ciertos esquemas naturales
de movimientos de lucha y defensa, muy escasos y burdos (arañar, morder,
estrangular, bracear, etc.), por lo que tiene que ir aprendiendo a pelear. Los
movimientos aprendidos son en un principio artificiales, pues su aprendizaje se
realiza descomponiendo secuencias marciales en técnicas simples, que una vez
asimiladas se encadenan con cierto automatismo. La maestría consiste en
"integrar" esos movimientos artificiales y fragmentados a nuestra
naturaleza motriz, es decir, en "naturalizar" las técnicas
aprendidas. Así un puñetazo directo deja de ser una secuencia de dos
movimientos encadenados: extensión del brazo - (impacto) - repliegue del brazo,
y pasa a ser un solo movimiento natural. Evidentemente, todos los seres humanos
somos muy similares pero nunca idénticos, por lo que cada artista marcial, a
medida que perfecciona y naturaliza sus técnicas, también las personaliza, las
"hace suyas" (las adapta a "su naturaleza y atributos físicos
"), esto se logra a base de repetir y repetir la técnica del arte marcial
o deporte de contacto que se practique.
La palabra técnica proviene de téchne, un vocablo de raíz
griega que se ha traducido al español como “arte” o “ciencia”. Esta noción
sirve para describir a un tipo de acciones regidas por normas o un cierto
protocolo que tiene el propósito de arribar a un resultado específico, es un
procedimiento o conjunto de reglas, normas o protocolos que tiene como objetivo
obtener un resultado determinado, ya sea en el campo de las ciencias, de la
tecnología, del arte, del deporte, de la educación, de la investigación, o en
cualquier otra actividad. En otras palabras, una técnica es un conjunto de
procedimientos reglamentados y pautas que se utiliza como medio para llegar a
un cierto fin.
La técnica supone que, en situaciones similares, repetir
conductas o llevar a cabo un mismo procedimiento producirán el mismo efecto.
Por lo tanto, se trata de una forma de actuar ordenada que consiste en la
repetición sistemática de ciertas acciones. En artes marciales y deportes de
contacto consiste en repetir los mismos movimientos hasta ser capaces de
hacerlos perfectos, si no siempre, si “casi” siempre.
La maestría técnica se puede
reconocer por el siguiente hecho: aquellos que la detentan son capaces de hacer
que lo complejo parezca sencillo; las técnicas más difíciles parecen fáciles y
naturales cuando las ejecuta un maestro. Esto que algunos llaman naturalidad, y
otros fluidez, es el producto de años de entrenamiento, hasta que se logra
interiorizar las secuencias técnicas con tal pericia que se convierten en
movimientos naturales y espontáneos para el artista marcial. Evidentemente,
esto normalmente sólo se logra tras muchísima práctica (no se pueden fijar
plazos generales pues todo dependen de la intensidad y regularidad de entrenamiento,
de la motivación, del tipo de técnica, etc.). Se puede sin embargo dar una
serie de consejos para optimizar el desarrollo técnico, y acelerar así el
progreso en este ámbito.
El primer paso consistiría en una
labor teórica de desmenuzar la serie de "etapas" que componen
determinada secuencia técnica. Tal análisis puede hacerse desde tres planos: el
anatómico, el mecánico y el funcional.
El análisis anatómico consiste en el estudio científico de los
diversos elementos corporales implicados en el movimiento técnico. Hay que
considerar por un lado los diferentes tipos de articulaciones puestas en juego,
sus arcos de movilidad y la amplitud requerida por la técnica y sus límites, ya
sean óseos, articulares, ligamentosos o musculares. Por otro lado también
resultan evidentemente relevantes los
músculos implicados en la acción: su naturaleza, su recorrido, la interrelación
entre ellos (ya sean antagonistas, sinergistas o fijadores). Todo esto tal vez
suene muy técnico y complejo pero puede resultar muy útil para evitar
entrenamientos erróneos o "frustraciones" deportivas. Es decir,
nuestra estructura ósea particular puede afectar de manera importante por
ejemplo a nuestra técnica de patadas, dificultando que logremos lanzar patadas
altas de forma correcta. Un límite de movimiento debido exclusivamente a
factores óseos no puede superarse mediante entrenamiento; podemos
"modelar" y flexibilizar músculos y ligamentos, pero nunca los huesos.
Resulta pues importante conocer estos detalles para orientar y racionalizar
nuestro entrenamiento.
ANALISIS MECANICO
Un análisis mecánico consiste en descomponer la secuencia técnica en
movimientos simples, para estudiar cómo se realizan y encadenan. Las
investigaciones más rigurosas aplican lo que se conoce como
"descomposición vectorial": analizar y plasmar en forma de vectores
las distintas fuerzas y momentos que actúan en el sistema (movimientos
simples), cuya suma nos aporta la fuerza conjunta generada por la secuencia.
Entran también en consideración las situaciones de equilibrio, y otros
elementos determinantes interrelacionados como las velocidades, pesos y
ángulos. Todos estos análisis parciales se integran en una cadena cinemática
(de movimiento). Estos análisis nos permiten obtener la "secuencia
técnicamente ideal", en cuanto a sucesión mecánica se refiere.
Entre los deportistas de élite esto
se suele estudiar mediante programas informáticos. Para los "neófitos",
un buen análisis mecánico consistiría en observar detenidamente toda la serie
de movimientos que componen la secuencia técnica, reflexionando y
experimentando sobre la utilidad y conveniencia de ángulos, dinámicas, giros,
proyecciones, etc.
ANALISIS FUNCIONAL
En cuanto al análisis funcional, este se basa en el estudio del juego de
contracciones-distensiones de los diferentes músculos implicados; en las
investigaciones científicas se mide y valora el trabajo producido por los
juegos musculares. Existen diferentes tipos de contracción muscular. La
contracción isométrica se refiere a aquella contracción muscular que se produce
sin que resulten efectos de desplazamiento o de movimiento (es decir, en cierto
sentido es una contracción "estática"), por lo tanto no se trata de
un trabajo mecánico sino de deformación (recuérdense los típicos ejercicios de
musculación isométrica que se trabajan en muchos gimnasios: con una toalla,
"empujando una pared", etc.). En una ecuación matemática su valor
sería igual a 0.
La contracción anisométrica sí
supone un desplazamiento, por lo que se puede valorar el trabajo producido. Hay
que distinguir entre la contracción concéntrica, que se da cuando el propio
músculo se contrae para producir el movimiento, considerándolo un trabajo
positivo; y su opuesta, la contracción excéntrica, que supone un movimiento en
sentido contrario a la contracción del músculo, debido a la acción de una
fuerza externa a éste, y que debe por lo tanto medirse como trabajo negativo.
Por contracción isotónica (que también es anisométrica) entendemos aquella que
supone una tensión muscular constante, normalmente debida a una resistencia
externa cuya fuerza también es constante.
Toda esta jerga científica puede
desorientar a más de uno, pero es muy recomendable dotarse de una mínima base
teórica para conocer a grosso modo cómo funciona el cuerpo y comprender mejor
qué ejercicios y qué prácticas resultan más convenientes para desarrollar
nuestra habilidad técnica. El conocer mejor nuestra anatomía, mecánica y
funcionamiento muscular no es desde luego algo anecdótico ni gratuito.
En términos prácticos, la base de
todo perfeccionamiento técnico es indudablemente la repetición (bien hecha, de
ahí la necesidad de los conocimientos teóricos). Y una repetición atenta, es
decir, consciente y por lo tanto auto-correctora hasta el mínimo detalle, no
una repetición mecánica tipo "piloto automático". Las primeras
repeticiones habrán de hacerse lentas, tanto para calentar como para fijar (o
recordar) esquemas y dinámicas. La velocidad y potencia de ejecución aumentarán
progresivamente hasta alcanzar nuestra capacidad máxima sin perder el control
técnico. La expresión "pulir una técnica" traduce exactamente a lo que
nos referimos: repetir una y otra vez la secuencia para ir limando
imperfecciones y que nuestro cerebro se habitúe a la cadena de movimientos
hasta "hacerla suya" e incorporarla a nuestra "expresividad
corporal natural".
Pero el
perfeccionamiento técnico no se acaba desde luego en la simple repetición, es
necesario introducir la variedad de situaciones de entrenamiento. La técnica se
puede trabajar "al aire", en este caso nunca se deben aplicar los
golpes con potencia descontrolada, si no queremos acabar lesionándonos las
articulaciones. En las artes marciales clásicas este trabajo es muy habitual,
se realiza normalmente en la ejecución de las formas pre-establecidas (katas,
pumses, taos, etc.). En los deportes de contacto es menos frecuente trabajar al
aire, pues se suele buscar sobre todo el realismo; tan sólo se realiza en el
trabajo de "sombra", que sirve tanto para calentar músculos como para
perfeccionar la técnica y adquirir fondo físico.
El trabajo con aparatos (saco,
focus, paos, escudo, guantillas, etc.) supone un nivel superior de aplicación
técnica, en lo que a realismo se refiere, tanto por el contacto pleno como por
la realización de desplazamientos que simulan un combate. La última etapa sería
la aplicación técnica al combate real, que es el fin último del
perfeccionamiento técnico, la "prueba de fuego" de la calidad técnica
en desplazamiento libre y frente a un adversario real y más o menos
imprevisible.
Lo más frecuente es que, cuanto más
realista sea una situación, más se "pierda" u menos se aplique la
técnica. Esto se debe al control de factores: en una ejecución al aire
normalmente basta con controlar los factores internos que pueden afectar a la
técnica: equilibrio, desplazamiento, coordinación, timing. Frente a unos
aparatos y frente a un adversario entran en juego una larga serie de factores
externos que afectan a nuestra técnica y que resultan mucho más difíciles de
controlar: potencia de impacto, desplazamiento del "objetivo" (el
adversario), precisión de impacto, corrección o anulación de una secuencia
técnica, intercepción o ataque por parte del adversario, amagos, limitación del
espacio de combate, etc.
Aparte del realismo, para
perfeccionar la técnica es muy recomendable "observarse en acción", y
de esta manera vigilarse y auto-corregirse. En el caso de la aplicación técnica
al aire es muy recomendable realizarla (ya sea un kata o trabajo de sombra)
frente a un espejo mural. En el caso del entrenamiento con aparatos o del
combate, la auto-observación directa se hace imposible, pues toda nuestra
atención debe de estar en el adversario; la tecnología nos aporta una solución:
grabar nuestros entrenamientos y combates. Esto es importante pues, aun cuando
creemos dominar a la perfección una secuencia técnica aislada, cuando se inserta
dentro de una serie larga los movimientos, que anteceden o siguen a esta
secuencia, éstos la afectan pudiendo conducirnos a la larga a pequeños
"vicios" o errores.
La
calidad técnica no es sólo una cuestión estética, sino que está muy relacionada con la eficacia en
combate. Por un lado, numerosos deportes marciales tienen la técnica en muy
alta estima: el judo (donde la diferencia entre un Ippon y un Wazari radica en
la calidad de la técnica), el karate, el taekwondo deportivos, e incluso el
light-contact y el semi-contact. En los deportes de contacto, aunque prima la
eficacia
(pues
cualquier técnica reglamentaria que logre un KO "es buena",
independientemente de su calidad), la maestría técnica sentencia sin embargo
numerosos combates cuando estos se deciden a los puntos. Aparte de esto, una
mejor técnica supone siempre una mayor eficacia, siempre que entendamos que la
calidad de una técnica no acaba de perfeccionarse hasta que no sea capaz de
aplicarla en combate real, para ello solo hay un camino, entrenar, entrenar y
entrenar, y por supuesto, combatir.
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