Pedro Conde es una persona que ha
acumulado experiencia, sobre diversas disciplinas que incluyen artes marciales,
deportes de contacto y defensa personal. Pero su trayectoria no ha estado
limitada a perfeccionarse él mismo, obteniendo diversos cinturones negros. También
ha dedicado gran parte de su carrera a transmitir sus conocimientos como
profesor, y ha conseguido forjar varios
campeones de España. Además ha compaginado todo ello con su trabajo como
periodista, con innumerables artículos en revistas de artes marciales, llegando
a entrevistar a estrellas como Chuck Norris, Jean-Claude Van Damme, Steven
Seagal o Jackie Chan.
Nunca el dicho “más sabe el
diablo por viejo que por diablo”, fue tan acertado como en esta ocasión. Pedro,
a sus casi 60 años, muestra un nivel de análisis que sólo puede ser adquirido
tras más de cuatro décadas de entrenamiento. Lo primero que llama la atención,
cuando uno habla con él, es que nada (o muy poco al menos) se le escapa. Atento
siempre a todo, incluidos esos pequeños detalles, con una capacidad de
observación que debería ser obligatoria para todo buen artista marcial,
especialmente si es profesor.
¿Puedes describirnos un poco tu curriculum y datos personales?
Tengo 58 años, y actualmente sólo
doy clases en el gimnasio Feijoo. Soy cinturón negro en kickboxing, karate,
wu-shu (Sanda) y full contact, además de Sistema Táctico de defensa Urbana
(defensa personal). Además de obtener la
acreditación necesaria para trabajar como monitor en algunas de las disciplinas
mencionadas, todo ello por federaciones oficiales.
Para profundizar en un arte
marcial tienes que dedicarle un tiempo, pero transcurrido ese tiempo, lo que voy
es al núcleo, a la raíz. Empecé con el judo pero no me sentía a gusto, había
que agarrar y proyectar al adversario, yo quería algo más dinámico. Conocí el
karate, me saqué el cinturón negro y entrené con los grandes maestros
japoneses, gracias a ser el director de una publicación de artes marciales,
pude ver cómo trabajaban ciertos orientales. Llegué a la conclusión que estar
haciendo katas no me llenaba. Cuando llegó el full contact, se suponía que era
lo más, pero me pareció blando en comparación con el karate. Por aquella época,
en el karate apenas se llevaba protección, se hacía semicontacto a la cara, el
control brillaba por su ausencia y los combates eran más duros. Al final me
saqué el cinturón negro de full contact, años más tarde llego el kickboxing,
que era lo mismo que el full contact pero pegando abajo. Cuando te han castigado con low kicks ya no
puedes levantar la pierna o pegar patadas altas tan fácilmente, y te lo piensas
dos veces, aparte si se combate con alguien que boxea bien o sabe hacer
segados, el lanzar patadas altas es un riesgo.
Abandoné el karate, estuve practicando
Jeet Kune Do y algo de wing tsun. Al final entrenaba mi propio estilo. Entonces
llegó el sanda que incluía proyecciones, “casi” se peleaba en las cuatros
distancias de combate, era la época que preparaba a la gente y quería ver si
todo el compendio que tenía yo de artes marciales servía para algo. De 8
competidores que llevé a un campeonato en Cádiz, 6 obtuvieron trofeo, 3 fueron campeones de España y 2
subcampeones. Inclusive alguna final la disputaron entre compañeros del
gimnasio. Sabía que estaba por el buen camino, que daba resultado eso de
proyectar, me volqué mucho en el tema del sanda. Llegó un momento en que, como
escribía sobre el tema, necesitaba aprender más. Así que me saqué el técnico
superior deportivo. A nivel de preparación física, aunque uno crea que sabe
mucho por practicar artes marciales,
cuando estudias ciertos temas concretos te das cuenta que tienes una gran
carencia. Necesitas aprender a nivel de psicología deportiva, preparación
física, medicina, metodología etc. no todo es sudar en el gimnasio...
Cuando tuve que realizar cierto
mantenimiento en cárceles españoles, por mi otro trabajo de teleco, vi que una
cosa eran las artes marciales y otra muy diferente la calle. En ciertos
momentos, si no aprendías ciertas cosas, podías salir mal parado por no estar
preparado. A raíz de eso me volqué en la defensa personal. Actualmente he
vuelto a la etapa de kickboxing, pero le he dado mi toque personal, sin olvidar
por supuesto la defensa personal. Trabajamos todas las distancias, y otras cosas
como luchar en el suelo, que es necesario aprender. Con el Jiu jitsu brasileño
se ha evolucionado tanto que, si alguien te lleva al suelo, tienes que saber
desenvolverte. A mí esto ya me ha pillado tarde, pero algunos de mis alumnos
están trabajándolo mucho. Yo en esta faceta soy un aprendiz sobre todo en el
tema de suelo, tengo que reconocerlo.
-
¿Crees
que se entrena con la misma mentalidad ahora que en el pasado?
No, en
absoluto. Hace años el ir a un gimnasio era un esfuerzo económico para el que
iba o incluso para su familia.
Representaba un gran coste, y por tanto el que iba se dejaba la vida, demostraba
una gran fidelidad con su maestro. Yo dejé de preparar a la gente para competir,
porque decías de quedar un sábado o domingo y todo eran excusas. Ese compromiso,
que había antiguamente entre maestro y alumno, se cumplía. Hoy en día ya no
existe apenas. Antes tenía que ocurrir algo muy grave para que tú no fueras a
entrenar. Yo cuando empecé en las artes marciales, trabaja, estudiaba y después
iba al gimnasio, ocurriera lo que ocurriera, incluso en época de exámenes yo
rendía. Pero en la actualidad la gente se lo toma como algo secundario donde se
considera que no se tiene ningún compromiso con el instructor, piensan que con
pagar la mensualidad tienen derecho a todo. Si por un casual se le contradice o
rebate algunos de sus argumentos alumno, éste se cambia de disciplina.
- Háblanos
sobre la necesidad de confort de la gente, de dejar muy al poco de empezar, sin
ser conscientes de la disciplina y esfuerzo que requiere practicar un arte
marcial.
Artes
marciales son artes del dios marte, del dios de la guerra, es decir que es
lógico que haya combate y si haces un deporte de contacto pues lo mismo. Y no
se puede aprender a nadar en tierra, hay que meterse en el agua, yo puedo hacer
mil ejercicios en tierra pero hasta que no me meta en el agua no voy a saber
cómo floto. En artes marciales es lo mismo, se puede aprender técnicas y
movimientos, pero hasta que no entre en combate con alguien no voy a saber si
son eficaces, soy capaz de llevarlas a cabo o incluso si es necesario
perfeccionarlas de alguna manera. Hay mucha gente que se pone a practicar pero
sin querer combatir, esto es una muestra de cómo la sociedad actual quiere
resultados rápidos y con el mínimo esfuerzo y de riesgo, pero hay cosas que no
pueden ser, no son concebibles. Las artes marciales son práctica, práctica y
práctica, ahí no hay atajos, sólo hay un camino que es entrenar y no hay más.
Pretender alcanzar un nivel sin poder entrar en un combate real no es realista.
Muchos lo quieren disfrazar que lo que está aprendiendo le sirve de defensa
personal, pero si no eres capaz de luchar con un compañero en clase… ¿cómo vas
a ser capaz de aplicarlo en la calle, en una situación extrema?
- De
hecho, la mejor muestra de esto son actualmente muchos gimnasios que ofrecen
boxeo pero se parece más a una clase de body combat. Lo muestran como algo
práctico cuando en realidad no es más que puro cardio. La gente se instala en un área de confort
donde no tienen ningún tipo de contacto físico, creen realmente que están
aprendiendo boxeo, cuando en realidad sólo están haciendo fitness.
Como
instructor, me he encontrado con gente que ha llegado al gimnasio, y se notaba
la diferencia de los que provenían de países muy duros, porque esos desde el
primer día querían ponerse guantes y empezar a pelear al 100%. Del resto,
muchos venían queriendo aprender una técnica, pero rehuyendo el contacto
físico. Y aquí viene la pregunta del millón, que es saber cómo uno reacciona
ante un golpe contundente. Cuando yo preparaba a mi equipo para competición
aparte de saber desplazarse, golpear y tener un buen sistema defensivo, lo que
me fijaba era en cómo encajaban los golpes. Porque se puede salir con mucha
seguridad y machacar al adversario, ¿pero qué pasa cuando uno recibe?, hay que
ver cómo se funciona y si se es capaz de realizar un contra ataque. El problema
es que muchos se meten en un área de confort donde no se dan cuenta que no se
trata sólo de golpear sino también de soportar golpes. Resulta crucial ver cómo
aguanta uno el dolor, por ejemplo si se recibe un golpe en la zona de
flotación, y reaccionar agarrándose al adversario para ganar tiempo, e iniciar
una estratagema para recuperarse. En combate aparte de dar también se recibe,
cualquier competidor por muy bueno que sea, en un momento dado recibe algún
golpe contundente. Ahí está la prueba de fuego, ver cómo reacciona y supera ese
momento.
-
Qué
opinas respecto a la competición
Está bien confrontar
uno sus propios miedos, descubrir tus fallos, estudiar al adversario y usar la
inteligencia para vencerle. Pero la etapa deportiva tiene un límite por edad, por
lo general no puedes enfrentarte a un oponente mucho más joven que tú. Entonces
o sigues perfeccionando o decides estudiar otras cosas, y pasas a otra etapa.
La competición viene bien para conocer tus limitaciones, porque ves tus
virtudes pero también tus carencias, pero cuando pasa este tiempo hay que tener
otros objetivos.
-
¿Qué
cualidad debe tener uno para llegar a ser campeón?
Sobre todo espíritu de sacrificio
y continuidad, ser constante. Por ejemplo muchos de los grandes competidores
han llegado a entrenar más de 4 o 5 horas diarias. También se necesita un
entrenador. Por muchas cualidades que alguien tenga, sigue siendo un diamante en bruto, y es
difícil llegar a ganar sin un guía adecuado.
- ¿Opinas que las artes marciales tienen
cierta ventaja sobre los deportes de contacto?
La diferencia esencial es que los
deportes de contacto se basan más en el físico, en tener un cardio, pero con 50 o 60 años boxear o hacer muay thai con
gente que tiene 20 o 30 años menos que uno mismo ya no es tan fácil. Sus
técnicas no te permiten estar a la altura de gente joven, pero en artes
marciales uno nunca termina de aprender y mejorar a nivel espiritual, hay un
crecimiento interior que no necesita exteriorizar o hacer ver tus progresos. Se
desarrolla una armonía aunque tu físico no sea el de alguien joven.
En deportes de contacto en muchas
ocasiones existe una forma de vestir, una agresividad, una chulería de querer
quedar por encima. En plan “yo soy el macho alfa”, tratando de intimidar con
tatuajes o cortes de pelo extraños. En artes marciales nunca se trata de
intimidar porque no tienen que demostrar nada a nadie, si practican es con otro
fin.
- El espacio
intermedio de artes marciales y deportes de contacto, podría ser lo que tú
enseñas que es un sistema de combate para defensa personal. Has aunado lo más
útil de cada uno, para aplicarlos a la calle. Un poco parecido a cómo nació el
krav maga.
Han sido varias experiencias a
través de los años lo que me ha llevado a perfeccionar mi propio estilo: Combat Arts Family, el cual aglutina
deportes de contacto y defensa personal. Por ejemplo yo, cuando era joven, tuve
un encuentro callejero en un pueblo donde se metieron con mi novia. Al salir en
su defensa un grupo de gente vino a por mí, saqué un nunchaku y en cuanto
acerté a tres, el resto huyeron despavoridos. Pero luego en la estación de
tren, uno de aquellas personas volvió a por mí, tras darme un puñetazo le
devolví el golpe y le hice un barrido de karate, pero sus amigos me engancharon
y me tiraron al suelo, me sujetaron con los pies los antebrazos. El que había
barrido se puso encima de mí y me golpeó hasta hartarse. Aquel día me di cuenta
que algo había fallado. Porque ciertos agarres y proyecciones valen con un
individuo pero, ¿qué pasa si me atacan varios y tengo las manos ocupadas con
uno solo? Estuve investigando y años más tarde me tocó trabajar en cárceles
españolas, y hablando con presos vi claro que en el tema de la defensa personal
nos llevaban ventaja: sabían manejar el cuchillo, cómo agarrar a una persona e inmovilizarla etc. Y con todo lo que he ido
averiguando he creado mi propio sistema de defensa personal para que sea
práctico y aplicable, que en muchas cosas puede ser parecerse al krav maga pero
no es lo mismo aunque muchos de sus conceptos son parecidos o similares, pero
no iguales, además considero que en defensa personal los deportes de contacto
son vitales por su realismo en combate y sobre todo por su entrenamiento, donde
se aprende a golpear. Hay que ser honestos y en un encuentro callejero siempre
te llevas alguna sobre todo cuando son varios, por ello el contacto real y el aprender
a encajar son conceptos vitales, al margen de conocer el manejo del cuchillo y
otras armas. Obviamente entrenamos de forma paralela deportes de contacto y defensa personal. En este
último apartado hay que tener en cuenta que para la calle no vas a llevar ropa
de entrenamiento, ni has podido calentar, con lo que hay ciertas técnicas que
no vas a poder realizar tan fácilmente. Una de las cosas que hice con mis
alumnos fue que, según venían, les hacía sólo descalzarse, y tenían que
entrenar con la ropa que traían. También aproveché aspectos del ninjutsu que se
valen de objetos del entorno como útiles de defensa. Nunca he dejado de
aprender, porque como director técnico de la revista Dojo en el pasado y colaborador de Budo International en el presente, he tenido la oportunidad de
entrenar en seminarios con muchos maestros de los que he absorbido todo lo que
he podido. Cada vez que uno cree que ya lo ha dominado todo siempre aparece
algo nuevo que te muestra todo lo que te queda por recorrer. Además, la calle
está en constante evolución, los delincuentes inventan, y la policía e instructores
marciales estudian cómo resolverlo. Los criminales son gente que no para de
investigar sobre estos temas, y la respuesta de la defensa personal es
encontrar solución a esto.
-
Háblanos
sobre tu entrenamiento y cómo te cuidas
Yo, para mi
peso, siempre he sido una persona con mucha potencia. Eso o la ganas entrenando
o se nace con ella. Algunos son de mano o pierna pesada, en mi caso tenía más
toque con la pierna, las tenía muy musculadas para lo delgado que estaba.
Doy bastante
importancia a trabajar la elasticidad. Es lo que te permite ser rápido y atacar
de forma eficaz, incluso atacando abajo o en el suelo, donde puede parecer
menos importante. También trabajo con pesas porque hay que tener fortalecidos
los músculos, sin pesas vas a estar en desigualdad de condiciones con muchos
luchadores. Es fundamental para ganar potencia golpeando. Lo considero un
complemento importantísimo.
Intento
dedicar al menos un día a la semana a correr, y dos días en vacaciones para
cuidar el cardio. Si no le dedico más es porque me falta tiempo. El crear un
fondo corriendo es muy importante.
No sigo ninguna
dieta especial, aunque sí vigilo lo que como. Según uno se hace mayor, el
organismo sabe que ya no está tan fuerte y ágil para conseguir, según genética,
su caza, así que intenta acumular alimentos y lo hace almacenando grasa, para
cuando vengan los periodos difíciles. Puede que seamos racionales pero no por
ello dejamos de ser animales, y por tanto nuestro cuerpo reacciona como el de
cualquier otro mamífero. Otro problema es que nos están metiendo mucha comida
rápida que tiene un contenido en grasas increíble, así que resulta muy fácil
excederse.
Además, cuando
uno se hace mayor no realiza movimientos rápidos como de joven, porque el
cuerpo instintivamente lo evita y te ralentizas de forma inconsciente, te haces
sedentario y buscas la comodidad. Aparte antes los trabajos eran más físicos,
pero hoy en día la mayoría de personas están enfrente de un ordenador todo el
día. Y siendo profesor de artes marciales si encima de los años, uno acumula
sobrepeso, puede dificultar en exceso. Una buena condición física es necesaria
para demostrar que uno es capaz de realizar lo que explica, por ello, si no hay
algún cursillo, entreno dos días a la semana artes marciales, nunca he pedido a
un alumno que hiciera algo que no practicáramos juntos; el maestro debe de ser
un ejemplo tanto dentro como fuera del tatami.
-
Y
respecto a tu entrenamiento interno, a nivel espiritual, ¿qué nos puedes contar?
Por un control
físico se llega a un control mental y uno tiene sensaciones que son difíciles
de explicar y entender. Trabajo algunos ejercicios de respiración, pero no he
llegado a dominar la energía conocida como “chi”. He visto algunos orientales
en exhibiciones sobre el control del chi, pero es algo que requiere muchas
horas. También es muy difícil desarrollarlo en la vida de las ciudades, y más
con las prisas que dominan todo ahora. En un gimnasio, con ruido y otras
actividades es complicado practicarlo. Creo que para desarrollarlo se requiere
mucho tiempo y entrenamiento y por supuesto un lugar apropiado para hacerlo;
sinceramente no creo que en un gimnasio, donde el instructor está pendiente de
la mensualidad, sea el lugar adecuado para ello.
¿En tu opinión, ¿en qué terreno se ha
evolucionado más?
-
Incuestionablemente en la preparación física, en
el pasado por no saber si hicieron auténticas barbaridades en el tatami. A
causa de ello mucha gente arrastra lesiones irreversibles, suele pasar cuando
trabajas al límite, es fácil que, por forzar la “máquina” se cometa, alguna
imprudencia y lesionarse gravemente. La prueba es que muchos de los artistas
marciales de los años 70 están hoy en
día tocados de las caderas y articulaciones, hay que entrenar pero con cabeza,
menos mal que en los 90 aprendí un montón de cosas al sacarme el técnico
superior deportivo. Gracias a Dios no he tenido lesiones graves y, lo más
importante, mis alumnos tampoco. No todo consiste en pegar y encajar golpes,
hay que saber cómo obtener el máximo rendimiento con el mínimo riesgo.
-
Por qué
crees que han tenido tanto auge las AMM?
Siempre ha
existido el morbo de contemplar algo más espectacular que lo ya conocido. Si
ves una película de los años 40 o 50, la gente caía con un tiro pero no se veía
la sangre, y ahora ves cómo le traspasa, la sangre y de todo. En cierto modo
aquí ocurre lo mismo, por ejemplo el muay thai, al utilizar los codos y
rodillas, despertó bastante curiosidad en la comunidad de las artes marciales.
Y cuando llegó la UFC, contemplamos a Royce Gracie vencer a gente en el suelo,
con ciertas luxaciones que impresionaron bastante. Con la AMM y la UFC, aun
estando todo bastante reglamentado, resulta brutal con esas estrangulaciones donde
la gente pierde el conocimiento, o combatiendo incluso con la cara destrozada.
Ahora mismo me
cuesta pensar en algo más espectacular que las AMM, pero lo mismo pasaba con el
kickboxing o el full contact y luego siempre ha aparecido algo que lograba
sorprenderme. El público pide cada vez
más realismo con menos protecciones y
reglas por lo que nos es aventurado pensar que en unos años habrá alguna
competición más violenta y… ¿Quién sabe sin incluso no se hace algún torneo con
armas?
-
A nivel
económico, ¿merecen la pena tanto esfuerzos y sacrificios?
Aquí ha habido
una época que se podía vivir perfectamente de dar clases de artes marciales, estaba
muy bien pagado, de hecho el 70% de mi casa lo he pagado gracias a las artes
marciales. Ahora es más difícil porque se ha fragmentado el pastel, han
proliferado muchos estilos y no hay tantos alumnos. Llegas a un gimnasio y
tienen docenas de distintas actividades que antes no existían. Y entre la
juventud parece que, con las redes sociales e Internet, hay menos interés por
hacer deporte.
Para mí ha
merecido la pena, pero no sólo por lo material, también he conocido grandes
personas y he hecho buenos amigos gracias a las artes marciales. He tenido un
gran crecimiento gracias a ellas a nivel personal, sinceramente me siento un
privilegiado por todo los maestros, campeones y actores que he conocido, además
con muchos de ellos he tenido la fortuna de entrenar y lo más importante:
aprender.