Indiferencia hacia las
artes marciales… por parte de ¿quién?
Hace unos años, trabajé en una
conocida emisora de televisión en la que sólo se emitían deportes. Nuestro
programa, Combat Sport, era emitido
los jueves y sábados y estábamos muy bien situados en el prime time debido a la
gran afición por las artes marciales y deportes de contacto.
A pesar del
apoyo y seguimiento del público por nuestro programa, la cadena decidió dejar
de emitirlo. Nos informaron que otros deportes con algunas “influencias” y apoyos
económicos iban a ocupar su lugar. No importó mi insistencia sobre la cantidad
de practicantes y aficionados de estas artes, el argumento fue: “Sí, pero unos
de un padre y otros de otra madre, cada uno por su lado, en cualquier otro deporte,
solo existe uno…” No pude rebatir aquello, pues es cierto. Además me dijeron: “La
tarea de crear afición y de que el público lo siga, corresponde a los
comentaristas y periodistas. Mencionaron el baloncesto: cómo fue desapareciendo
de los medios de comunicación y, con ello, el interés del público.
Efectivamente, a pesar de los
grandes logros deportivos obtenidos a nivel marcial y deportes de contacto,
somos invisibles para los medios de comunicación. Tan sólo es noticia si algún
personaje destacado de estas artes comete una fechoría o si las practica algún
delincuente o ex delincuente. Parece como si la “mano negra” o alguna maldición
recayera sobre ellas. Es curioso cómo a pesar de la gran afición y tradición
que existe hacia el boxeo, apenas se emita o se dé a conocer algún tipo de
información sobre el mismo. Prácticamente sólo importa cuando algún púgil
pierde la vida en el ring o ha delinquido.
Quizás no sea objetivo o ecuánime
sobre este tema, pero ¿alguien podría recordarme o aportar algún hecho positivo
o heroico sobre alguna persona que practique artes marciales o deportes de
contacto que se haya difundido en los últimos años por los medios españoles? Es
sorprendente que en otros países sí que interesa y se difunden este tipo de
noticias. Por ejemplo, medio mundo habló del acto heroico que realizó el croata
Uvan Jurcevic, cinco veces campeón del mundo del kick boxing y que actualmente
trabaja de portero en un hotel de la plaza central de la ciudad alemana de
Colonia. Este hombre salvó a cuatro mujeres alemanas de ser violadas durante la
Nochevieja pasada por unos hombres de origen árabe y norteafricano. Y todo
gracias a los conocimientos y la experiencia de Jurcevic. Fue entrevistado por
numerosas cadenas de televisión e, inclusive, fue grabado practicando kick
boxing. Lamentablemente, me temo que aquí la noticia pasó desapercibida.
Tampoco se informó de forma
anecdótica, al contrario que varios países latinoamericanos, la existencia de
imágenes en las que la practicante de MMA, Mónique Bastos, redujo a un conocido
atracador con una llave de jiu jitsu reteniéndole hasta que llegara la policía.
En toda
Latinoamérica fue noticia el caso en el que cinco ladrones entraron a robar en
la casa de José Edmundo Carnalla Flores, ex campeón de México de Kendo. Uno de
los ladrones llevaba una metralleta uzi y entre todos maniataron al campeón y a
su mujer, encerrándoles en una habitación mientras sustraían los objetos de
valor. José Edmundo logró desatarse y, ante las amenazas de muerte que había
recibido por parte de los ladrones, cogió una katana para encararse con el que
portaba el arma de fuego. El asaltante muere poco después de ser herido de
gravedad y el resto huye. José Edmundo fue absuelto porque se acreditó que lo
hizo en legítima defensa propia.
¿Por qué en España todos estos casos
no son noticia? ¿Por qué esta existencia de mutismo? Poco se informa cuando un
miembro de cualquier cuerpo de seguridad salva la vida de otra persona e,
inclusive, la suya propia, gracias a sus conocimientos de algunas disciplinas
marciales. Ni siquiera se comenta cuando algunas celebridades y personajes
conocidos de este país las han practicado o las practican en la actualidad.
Quizás este desinterés, desidia o
indolencia por parte de los medios de comunicación sea, en cierta medida,
nuestra culpa. A lo largo de toda mi carrera, en la que he sido colaborador
durante más de 30 años en diferentes medios de comunicación, he tenido la
oportunidad de conocer y entrevistar a muchos maestros y campeones de diversas
especialidades. Cuando estos pertenecían a otros países, solían tener un
denominador común: sólo hablaban de su arte marcial o de ellos, siendo muy
respetuosos con otros estilos y maestros. En cambio, cuando son nacionales,
rara vez el entrevistado (siempre con excepciones) no ha hablado mal de algún
estamento, federación o algún profesional. Es curioso que casi siempre dicen:
“Es un veterano o un profesional, pero…”. Y mi opinión siempre es la misma:
deja el pero, porque yo le conozco y
no quiero cambiar mi concepto sobre tu persona. Además, también me he
encontrado con alguno de los denominados grandes maestros que ha tenido la poca
cortesía de declarar sin pudor que su “estilo o arte es superior o,
simplemente, mejor”.
Personalmente, creo que las artes
marciales y los deportes de contacto poseen un amplio abanico técnico y son una
forma de vida que sólo pueden entender aquellos que las practican. Ser eficaz
en un combate depende de la persona, no de sistema que se practica. Ojalá
dejemos a un lado aquello de “es que nosotros atacamos a los puntos vitales y…”
¿Y qué sistema no lo hace? El hecho de hacerlo comercial para atraer a los
niños o por temas de competición, es un impedimento para que esto se enseñe,
sin embargo muchos maestros lo enseñan como en el pasado, manteniendo la tradición.
No viene mal recordar que hace años,
cuando se combatía en una guerra era a vida o muerte y con el objetivo de
acabar con técnicas expeditivas y contundentes con el rival. De hecho, cuando
las artes marciales llegaron a occidente en los años 70, se entrenaban y enseñaban
esas técnicas, aunque se dejan de practicar con el tiempo para más asequibles a
todos. Recuerdo que al llegar el Full Contact, como prácticamente
de kárate, se hacía contacto con control y a veces
sin ningún tipo de protección a la cara, siendo un riesgo cuando se calculaba mal la distancia. Al menos, en el Full Contact existían protecciones.
Me resulta ingenuo seguir oyendo
entre profesionales y “maestros” que en sus sistema “golpean con el codo y la
rodilla” ¿Qué sistema de lucha o defensa personal callejera no lo hace, incluso
ahora, en “casi” todos los deportes de contacto? Como he comentado antes, las
artes marciales cubren muchas parcelas y no todo el mundo busca la eficacia en
combate o competición; hay gente que, por su trabajo, las enfoca exclusivamente
hacia el plano de la defensa personal; otros, buscan su faceta espiritual y
filosófica o les gusta el plano acrobático y artístico, etc.
Creo firmemente que el enfoque que
se dé a las artes marciales y a los deportes de combate depende en gran medida
de la edad y experiencia que se tenga. Todo tiene etapas y cuando se es joven
se suele enfocar hacia el combate pero, a medida que van pasando los años, se
busca el perfeccionamiento en otras facetas. Depende de la etapa en que cada
uno de encuentre. Es tiempo de dejar las críticas y los reproches para empezar
a respetar lo que hacen otros, aunque sea la competencia o, simplemente, distinto.
Si no se cambia la actitud, ¿cómo nos van a tomar en serio los medios y el
público cuando lo único que hacemos es desprestigiar y descalificar los
sistemas de lucha de unos y otros?
Las artes marciales llevan instauradas
en España desde finales de los años 60, aproximadamente y no recuerdo la anarquía y desunión que existe
actualmente, creo que es el momento de empezar a demostrar
lo que se pregona en cualquier sistema: lealtad, respeto y honor. Es hora de
ponernos a trabajar todos bajo un mismo techo y dejar de lado las críticas.
Todas estas artes y deportes de contacto, tienen algo distinto que ofrecer,
pero ningunos son superiores a otros porque depende de lo que se busque y de
las características físicas que se posean. Aunque, por supuesto, debe existir
un guía o maestro que nos muestre el camino.
Durante los días 22 y 23 del pasado
mes de abril, di un pequeño curso en Mallorca. Asistieron diferentes maestros
de dispares disciplinas, como Toni Montana (instructor jefe de Montana Training
System) o José Ortiz García (instructor jefe de Krav maga DPKM) y Jose Antonio
Nieto Fernández (instructor jefe de Luwingdo). Todos compartimos el mismo tapiz
y mostramos el mismo respeto por lo que hacían los demás. Cada uno tuvo
oportunidad de mostrar ante un mismo ataque su forma de trabajar, explicando el
por qué y el cómo de sus técnicas, las cuales no son ni mejor ni peor que las
demás, simplemente distintas. Se creó una perfecta comunión y comunicación
entre todos los presentes. Los practicantes que acudieron al evento salieron
beneficiados al tener la oportunidad de ver y entrenar diferentes técnicas con
diferentes maestros. Pudieron adaptar aquello que habían aprendido a sus
atributos físicos haciendo funcional la técnica. No sólo se compartieron diferentes
puntos de vista y
formas de trabajar, sino que también se compartió una pasión común: las artes
marciales, y aquello fue contagioso.
Creo que si
todos hiciéramos el esfuerzo de sentarnos y hablar, descubriríamos que tenemos
más cosas en común que motivos para discutir. Es momento de compartir y tener respeto
hacia los demás como punto de partida. Existiendo respecto, sería posible el
planteamiento de la unidad, aunque en este país se prefiere ser “cabeza de
ratón que cola de león”. Si algún día, por el bien de estas artes, una parte
del colectivo se uniera en algún estamento, federación o comunidad, quizás y
sólo quizás, los medios de comunicación y el público en general podrían
dedicarnos más tiempo o espacio, por pequeño que fuera. Al menos, dejaríamos de
ser invisibles.
¿Es esto una
quimera o algo viable? ¿Quién está dispuesto a dar el primer paso? ¿Qué
estamento o persona será capaz de aglutinar a un buen número de practicantes?
Espero que estas preguntas tengan algún día respuesta…
Por Mónica Gail
Rodríguez y Pedro Conde.